Cuando yo Laura, paseaba por el sendero del bosque siempre llamaba mi atención aquel bellísimo y eterno rosal gigantes.
Se hallaba en un recodo de aquel camino y valle insondable de picos montañosos y eternos, de sombras y hondonadas lúgubres que socavaban el terreno y lo prolongaban extensamente.
Bellísimas sendas llenas de árboles que parecían alcanzar el inmenso cielo celestial se extendían por doquier, reflejando el espejo infinito del universo, cuyos colores débiles y frágiles apenas dejaban vislumbrar los bellos rayos del cielo en los eternos días de invierno.
Hubo días en que apenas se vislumbraban o dejaban entrever a través de las ramas secas de algunos árboles cuyas hojas yacían inertes sobre el terreno mojado.
El hermosísimo rosal de color rosa embriaga el bosque con su penetrante olor.
Embellecido y lleno de rosas adormecía a quienes paseaban o marchaban junto a él, envolviéndoles de una cálida y acogedora fragancia que les evadía de cualquier situacion angustiante.
Gigantesco se erigía allí, bello y robusto. Su grueso tronco se perdía entre las nubes, al tiempo que las rosas colgaban por doquier de sus extensas ramas que se bifurcaban infinitamente por el sendero.
Bellísimooo!!! Como todo lo que escribe el autor…
Pones mucho sentimiento y eso hace que los lectores podamos sentirlo y podamos trasladarnos a ese lugar tan maravilloso…!!!