Laura es la historia de una leyenda, como tantas otras, de repente surge un libro blanco dorado, hallado en una colina llena de árboles grandiosos, con dos bellas rosas rojas entrelazadas.

Dicho libro brillante y reluciente contiene secretos de las hadas, de los duendes del bosque y muchos códigos extraños.

La colina donde se ubicó el libro era similar a la de los cuentos de hadas, llena de cielos inmensos y de espacios frondosos, rodeada de montañas, magia y eterna fantasía, que choca con la realidad.

Rosales gigantescos que se hallan por doquier esparcen su fragancia inmensa por todo el valle, y las montañas.

Rosas que varían en tamaño, y color envuelven el ambiente mágico de este país de hadas, con su aroma infinito capaz de sanar a quien deambule por sus tierras.

De repente se abre el libro, y lo abro yo, quién sabe si como narrador o soñador, pero lo hallo en esa colina, en ese valle infinito, y lo leo admirado por el oro que brilla y resplandece de sus páginas.

Las dos rosas rojas entrelazadas de aquel bello y reluciente libro blanco deslumbran constantemente como si el mismo libro fuese interdimensional.

Al abrirlo el resplandor y el olor a rosas me embriaga.

El bello libro, comienza con una hermosa poesía referente a Laura.
Ésta vive supuestamente en un infinito y bello valle, que se entrecruza con una senda mágica, dentro del país de las hadas, o quizá de la realidad.

Dicho sendero lleva hasta el mar. Laura vive en aquel lugar, su vida transcurre entre el sendero, el camino, el valle y el mar celeste que rodea la historia.

El fuego quería quemar a Laura, -o al menos, eso se halla escrito en aquella leyenda-alguien o algo, alguna situación angustiante para el hada la buscaba, quería acabar con su vida.

Las fuerzas oscuras, querían traicionar al hada, querían quemarla, sus ilusiones, y acabar con su vida.

Pero he aquí que ese fuego súbitamente cesa y ya no arde más.

Y la oscuridad traidora para Laura, que buscaba quitarle hasta el último aliento, dejarla sin luz en su vida, cegar la senda por donde marchaba, retrocede ante su mirada, ante sus bellos ojos de hada, que deslumbrantes la hacen alejarse.

La candidez de su mirada puede apagar esa traición.

El valle se halla envuelto en un eco, en un sonido, y he aquí que en medio de este, aparece la voz de su amado, un hombre, o un hombre-hada, un hadom, como lo denomino en un libro, y la protege, no deja que nadie la toque, porque la ama.

Ya no coge siquiera aquel avión que la asustaba, -si es que alguna vez se subió a alguno, ya que se halla unas veces en la realidad y otras en la ficción, donde la distancia entre ambos mundos llega a ser bastante sutil.

Laura era tímida, sana, bellísima y hermosísima y se veía envuelta por un temor súbito a los aviones, aquí la historia fantástica se mezcla con la realidad, a través de una puerta interdimensional que conecta el mundo fantástico de las hadas con el real de la vida diaria.

Pronto se aparta de lo que le produce espanto y terror, y se echa al mar, o a la vida, embarcándose en una nueva aventura, que le conduzca a la consecución real de sus sueños.

Sueños abarcables que tod@s podamos tener.

Al anochecer, el eco y susurros del bosque inmenso y extraño y del mar, en calma, reaparecen, envueltos con una brisa leve, apacible, suave y quieta, que calma los sentidos.

Dicha brisa guía el eco, la canción y el susurro que emite un bello faro gigantesco que alumbra con su luz, la senda de los barcos, en lo alto de una espléndida colina.

(Esta apertura del poema Laura, que aparece en versión bilingüe español-alemán, en la primera parte de la saga, fue escrito en español y traducido en alemán por mí mismo, y supervisado en alemán con dos supervisores del texto, realizadas por Elisabeth Toré Irlenbusch y Norbert de Lücke.).