Como hada, sé que veo cosas que mi hermano Eloy jamás vio ni sintió.  Él pensó que donde veía una bella mansión gigantesca rosa, tan solo había un lugar lleno de sombras.

Sin embargo allí estaba, y por las tardes, cuando regaba el hermoso rosal repleto de rosas, cuyas hojas se desprendían a lo largo del sendero infinito y fascinante, y cuya fragancia se colaba filtrándose por cualquier esquina, yo lo veía, aunque él dudaba frecuentemente.

Eclipsada por su fragancia, y sumergida en aquel paisaje maravilloso, hallé un ser pequeño, del que más adelante os hablaré.  Sí, tal vez un pequeño duende que iba de un lugar a otro, corriendo en mitad del anochecer, o quizá del otoño crepuscular.

Sí, aunque todavía prefiero no hablar de él, le prometí no hacerlo durante un tiempo.  Parecía vivir en mitad del sendero, y su hogar eran las rosas bellísimas, allí aparecía y desaparecía cuando así lo deseaba…